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Siete de cada 10 adultos lo padecen

El bruxismo consiste en un apretamiento desmesurado de los dientes de forma involuntaria y que el paciente no puede controlar. Su presencia es más habitual en personas de temperamento nervioso y el estrés juega un papel importante en su desarrollo. Siete de cada diez adultos padecen bruxismo. Según algunos estudios realizados sobre el bruxismo, las personas que lo padecen pueden llegar a soportar una presión de unos 150 kg, mientras que cuando masticamos de forma consciente realizamos una fuerza de 10 o 40 kg.

Los principales síntomas que puede causar esta dolencia son los dolores musculares y contracturas en la zona cervical, dolor de mandíbula o, la más habitual, el desgaste de dientes. Pese a que puede parecer un hábito extraño, la acción de apretar los dientes de forma involuntaria ha aumentado en un 30%, en los últimos años. Normalmente es el dentista quien detecta el bruxismo al observar un desgaste anómalo de los dientes.

En ocasiones se producen alteraciones en la articulación temporomandibular (que es la que utilizamos al masticar o al hablar), debido al sobreesfuerzo que implica el apretamiento dentario. También puede aparecer cefalea o dolor de cabeza debido a la sobrecarga de los músculos masticatorios.

La patología como se puede ver es multifactorial, por lo que puede ser detectada por otros especialistas como los otorrinolaringólogos (por la proximidad de la articulación al oído), los cirujanos maxilofaciales, los neurólogos (por las cefaleas), psicólogos, fisioterapeutas, etc.

Sus consecuencias son fundamentalmente el desgaste de los dientes de manera excesiva y que también todos los trabajos realizados en boca tengan más riesgo de deteriorarse (obturaciones, coronas, dientes desvitalizados, prótesis e incluso los implantes dentales).

La única solución frente al bruxismo es una férula dental de descarga. Se trata de una pieza adaptada a la boca de cada paciente, que se amolda a la dentadura y permite que los músculos de la mandíbula se relajen. Éstas deben hacerse a medida para cada paciente, y por ello existen diferentes tipos dependiendo de la patología tratada.

Son fundamentalmente de uso nocturno, aunque también se pueden utilizar de forma diurna, y debe ser el dentista quien determine su tipo, su uso y los controles pertinentes. De este modo, se evita dar golpes en las articulaciones con los movimientos de fricción rítmica de los dientes que no se realizan por la acción de masticar. En ocasiones, se combina con el uso de medicación y fisioterapia.

Sólo se recurre a la cirugía en casos muy extremos. Como ya hemos comentado el tratamiento suele ser multifactorial, por lo que puede ser necesaria la colaboración de varios especialistas, aunque el más indicado es el dentista que sepa tratar este tipo de trastornos.

Las recomendaciones más comunes para evitar el bruxismo son por ejemplo dormir boca abajo, no consumir bebidas estimulantes como el café, vigilar la postura del cuerpo y practicar deporte habitualmente y, sobre todo, no masticar chicle.